El pasado 15 de agosto, el Talibán, una fuerza armada radical islámica, se tomó el poder de Afganistán prácticamente sin resistencia alguna. La noticia sorprendió a muchos ciudadanos en el mundo, pero los gobiernos estaban preparados para que esto sucediese.
La retirada de Estados Unidos del suelo afgano permitió la toma del poder, a manos de los talibanes. Mientras gran parte de la comunidad internacional se pregunta si esto fue responsable, China y Rusia no tardaron en mover sus fichas en el tablero de ajedrez.
China se reunió con los talibanes antes de que se concretara la toma del poder, pero cuando ya se anunciaba la misma. El gobierno del Partido Comunista de China ya dejó firmados acuerdos con los talibanes para explotar los recursos naturales de Afganistán.
Para China, las relaciones con Afganistán son de gran importancia para sus proyectos de comercio internacional. Para el proyecto Cinturón y Ruta, trazado por China, Pakistán es el país más importante y este colinda con Afganistán. Ahora, el gigante asiático se concentrará en el desarrollo del país afgano, con el cual comparte 76 Km de frontera.
Las buenas relaciones entre China y Afganistán también facilitarán el desarrollo de la Nueva Ruta de la Seda, la gran ambición del presidente chino, Xi Jing Ping. A pesar de la diferencia de credos, siendo China una nación predominantemente atea y el Talibán un Estado Islámico, los intereses económicos de ambos bandos estarán primero.
¿Por qué Estados Unidos ha permitido el avance de China en Asia Central? ¿Cuál será el plan de contingencia de la Casa Blanca y por qué ha permitido que esto pase? Mientras la mayoría califica como una irresponsable derrota la salida de EE. UU. del territorio afgano, es bueno preguntarse si, de algún modo, esto hace parte de alguna estrategia más grande.
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