Tras el recuento de más del 99% de las casillas, el candidato radical de izquierdas Pedro Castillo ha sido declarado ganador de las elecciones presidenciales en Perú. El miércoles 9 de junio, según el recuento oficial, lleva una ventaja de unos 74.000 votos. Pero su rival de derechas, Keiko Fujimori, le disputa el liderazgo y el miércoles pidió al tribunal electoral del país que anule unas 200.000 tarjetas.
La Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) aún no ha declarado oficialmente los resultados, pero eso no ha impedido que Pedro Castillo reclame la victoria. Hasta las 20:18 hora local del miércoles, Pedro Castillo tenía el 50,2% de los votos y su rival populista de derecha Keiko Fujimori el 49,7%, una diferencia que asciende a 73.839 votos.
Los jurados electorales iniciaron el miércoles el lento proceso de revisión de los votos impugnados, las últimas esperanzas de Keiko Fujimori para acortar la distancia que el recuento da a su rival. Según las audiencias, que fueron televisadas, la mayoría de las papeletas estaban marcadas en el lugar equivocado o utilizaban tinta no autorizada.
El recuento de los votos impugnados retrasará aún más el resultado final, que ya tarda en llegar debido a la lentitud con la que la ONPE recibe las actas de escrutinio de los colegios electorales de zonas remotas de la selva amazónica o del millón de votantes que emitieron su voto en el extranjero. “Creo que Castillo ganará, pero hay que esperar a que la ONPE declare el resultado oficial”, dijo el analista Hugo Otero.
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Para asegurarse de que todo va bien para su candidato, cientos de partidarios de Pedro Castillo se reunieron el miércoles ante los edificios del Jurado Nacional de Elecciones, el organismo de control electoral de Perú. “Como medida preventiva, estamos aquí para que los votos impugnados sean debidamente verificados“, dijo a la AFP Juan Gustavo Díaz, uno de ellos.
En el centro de la capital peruana, los partidarios de Keiko Fujimori también se reunieron para apoyar a su candidata. “Comunismo no, democracia sí” o “Hasta el último voto” se podía leer en algunas de sus pancartas.
Felicitaciones de Evo Morales.
Ningún país ha reconocido aún oficialmente la victoria de Pedro Castillo. Sólo el ex presidente boliviano Evo Morales envió su “¡Felicidades por este triunfo, que es pra la gente peruana pero también el del pueblo latinoamericano que quiere vivir con justicia social! Keiko Fujimori no se ha pronunciado por el momento. El lunes denunció “irregularidades”, “indicios de fraude” y “una clara intención de sabotear la voluntad del pueblo”.
El portavoz del ejército peruano declaro el miércoles que “todos los peruanos deben respetar los resultados del proceso electoral” y se comprometió a “respetar la voluntad del pueblo expresada en las urnas”. Los dos ganadores de la primera vuelta, celebrada el 11 de abril, entre los 18 candidatos, aseguraron que respetarían el veredicto de las urnas.
Según la politóloga peruana Jessica Smith, de la Universidad Central de Chile, “las impugnaciones a los resultados de las encuestas van a ser cruciales” para decidir la elección, aunque dijo que “la desesperación ya ha empezado a cundir en el lado de Keiko”.
La misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA) ha reconocido hasta ahora que “el recuento de votos se realizó de acuerdo con los procedimientos oficiales”. La presidenta de la ONG Transparencia, Adriana Urrutia, fue más allá y dijo al diario El Comercio que “no hay pruebas para hablar de fraude electoral”.
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Una derrota tan ajustada sería otra gran decepción para Keiko Fujimori. En 2016, ya perdió frente a Pedro Pablo Kuczynski por un estrecho margen de 42.597 votos sobre más de 20 millones de votantes (50,12% a 49,88%). Había dudado del resultado, gritando fraude, antes de reconocer mucho más tarde “un error”.
Si pierde por tercera vez en la segunda vuelta, tras la derrota más clara de 2011 (51,4% frente a 48,4%), cuando aún faltaban 10 días para hacer oficial el resultado, podría encontrarse en prisión.
La fiscalía ha pedido 30 años contra ella en un supuesto caso de corrupción por el que ya ha pasado 16 meses en prisión. Su padre, Alberto Fujimori, cumple una condena de 25 años por corrupción y crímenes de lesa humanidad.