La reseña de Los dos papas, la película Netflix con Jonathan Pryce y Anthony Hopkins: el cara a cara entre Jorge Bergoglio y Benedicto XVI, entre la tensión y la ironía quienes son en verdad y que paso en plaza san Pietro.
En la escena inicial de Los dos papas, Francisco I intenta reservar un billete de avión a través de una centralita, pero cuando declara su nombre y su residencia, el teléfono se le cuelga en la cara; más o menos lo mismo que el ficticio Jefe de Estado interpretado por Michael Douglas en la obra. El presidente mientras intentaba pedir un ramo de flores.
Fue en el año de 2013 que Benedicto XVI renunció al solio.
Para introducir nuestra reseña de Los dos papas, partimos de este brevísimo prólogo cómico, un momento aparentemente banal pero que anticipa uno de los temas centrales de la película de Fernando Meirelles: el aspecto más “humano” de los hombres poderosos, oculto en los pliegues de una vida cotidiana invisible para el resto del mundo.
Por otro lado, ¿quién puede presumir de mayor poder que el Papa? Un poder fuerte en una tradición milenaria; legitimado, para los católicos, por Dios mismo; fortalecido por el dogma de la infalibilidad papal; y destinado a acompañar a quienes lo sostienen de por vida. A menos que, como en el caso de Benedicto XVI, se decida recurrir a ese impensable “gran rechazo” que durante seis siglos ningún otro Pontífice se había atrevido a ejercer para eludir su tarea. Una elección cuyos motivos, aún misteriosos más allá de las versiones oficiales, constituyen el punto de partida de la nueva película del director brasileño, disponible en Netflix tras las respuestas positivas recogidas en los festivales de Telluride y Toronto.
Jorge Bergoglio vs Joseph Ratzinger
Quienes son los dos papas?
Los dos Papas: una escena de la película
Una pequeña multitud de cardenales camina por los Museos Vaticanos, dirigiéndose a la Capilla Sixtina, mientras que en el fondo resuena una versión instrumental de Dancing Queen; la misma melodía que, en la escena anterior, el cardenal Jorge Bergoglio silbó alegremente, y que el cardenal Joseph Ratzinger declaró desconocer. Es abril de 2005, pocos días después de la muerte de Juan Pablo II y del final de su larguísimo pontificado, los dos hombres resultarán ser los candidatos respectivos de las dos facciones opuestas del cónclave: la minoritaria, más progresista, y la que pretende en cambio continuar en la estela del riguroso conservadurismo de Karol Wojtyla. Ratzinger será proclamado Papa el 19 de abril, mientras que Bergoglio regresará a su Argentina natal.
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