El autogolpe de Estado de Pedro Castillo fue una de las medidas más torpes y desesperadas que se han visto en la historia de Latinoamérica. Este lamentable, pero a la ve inevitable episodio, tuvo lugar el pasado miércoles, en Perú, luego de un terrible mandato que lideró el expresidente durante aproximadamente dos años.
El autogolpe de Estado de Pedro Castillo
El pasado miércoles, 7 de diciembre, se convirtió en un día histórico para Perú, cuando su presidente fue arrestado por la Policía, a causa de sus medidas dictatoriales y la investigación por cargos de corrupción que enfrenta. El mandatario buscaba perpetrarse en el poder, a pesar de haber quedado destituido por el congreso.
El Congreso de Perú decidió, por una gran mayoría, que el expresidente, Pedro Castillo, tenía una incapacidad moral para gobernar. Así fue decidido, pocas horas antes de que Castillo reaccionara de manera dictatorial, por medio de un comunicado televisivo, en cual se le vio altamente nervioso.
En dicho comunicado, Pedro Castillo anunció una disolución temporal del congreso, con el fin de crear un Estado de emergencia y, asimismo, una nueva constitución. El intento de Castillo de perpetrarse en el poder quedó totalmente frustrado, después de que la policía lo pusiese bajo arresto por sus conductas.
Este suceso se ha catalogado como una especie de autogolpe de Estado, que habría acelerado el resultado de la destitución, que ya había sido decidida en el congreso. El torpe accionar de Castillo ha quedado en las páginas de la historia. Mientras se reestablece la democracia en el país peruano, Dina Boluarte, la vicepresidenta, asumirá el mandato.
¿Qué sucederá, entonces, en las próximas elecciones en Perú? ¿Qué legado político dejará este grave fracaso de la izquierda, representado por uno de sus caudillos más incompetentes? ¿Cuál será la reacción de la comunidad internacional?
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