El dilema: salvar vidas o salvar la economía.
Actualmente hay una doble curva que enfrenta la salud pública contra el bienestar económico. Ese es el gran dilema al que se enfrentan los países actualmente bajo la crisis del coronavirus. ‘Quedarse en casa’ parece ser la mejor opción para detener la propagación del virus… pero el impacto en la economía no tiene efectos menores.
Para algunos, quedarse en casa no es nada más allá de la molestia de no poder salir. Para otros, significa no ganarse el sustento diario para cubrir los gastos más básicos. Hay países en los cuales la gente no resiste esta situación, ya que depende de sus ganancias diarias.
Adicional a este sector de la población, que es amplio, tenemos a los empleados de las empresas que no están funcionando debido al cese de actividades. Piense usted en aquellos trabajadores del sector hotelero, por citar sólo un ejemplo. Sin contar a los proveedores de estos establecimientos.
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La economía se ha detenido en seco por las medidas de confinamiento a causa del virus. Claro está que el gobierno chino ocultó las cifras de muertes, que parecen haber sido catastróficas. Como son una dictadura militar, están en la posición de decir lo que quieran y ocultar los verdaderos hechos.
Si esto no hubiera sido así, tal vez el cierre de fronteras hubiese sido más pronto y estricto. Pero, como no fue así, nos enfrentamos a un cese casi total de las actividades y muchos negocios están al borde de la quiebra por la falta de demanda de sus productos.
La decisión está entre mantener las medidas de confinamiento y flexibilizarlas un poco para darle un respiro a la economía. Algunos lo llaman “cuarentena o confinamiento inteligente” e implica riesgos. Sin embargo, tiene la intención de equilibrar la balanza entre la seguridad
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