El legendario actor y productor, el padre de Michael, que dio la noticia, murió a la edad de 103 años. Ha trabajado con todos los grandes de Kubrick hasta abajo…
Era el decano de los actores de Hollywood, el más viejo de todos, fundador de una dinastía. Tenía 103 años Kirk Douglas, el padre de Michael que anunció su desaparición, llevaba tiempo enfermo y no se le había visto desde abril. Y falleció. Y Spartacus, el unionista de la Roma Imperial, murió. Ulises, el trotamundos de la Grecia homérica, murió. Van Gogh está muerto. El cínico periodista del “As bajo la manga“, el boxeador que en el “Gran Campeón” no puede aceptar la derrota, el cazador de cuero de la vieja frontera del “Gran Cielo”, el despiadado productor de “Bruto y la Bella” con Lana Turner, murió. El oficial pacifista francés que se opuso a la locura bélica de “Senderos de Gloria” de Kubrick murió, el primer vaquero, Doc Holliday de “Desafío al Corral OK”, y el último, el que chocó con el caballo contra los cobches en “Sólo bajo las estrellas”.
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Murió con Kirk Douglas, el hombre intrépido de casi 90 películas, de 1,80 m de altura en el Hollywood de los sueños. Y también el patriarca de la dinastía con el hoyuelo en la barbilla: si en el 96 sólo ganó un Oscar por su carrera, después de perderlo tres veces (tanto que su segunda esposa Anne le dio uno falso), su hijo Michael (los otros son Eric, Joel y Peter), a su vez actor y productor, vinculó la fama a “Un día de locura ordinaria”, “Wall Street”, “Basic instinct”. Douglas, con sus ambiciosos y atormentados personajes, es el clásico ejemplo del “actor hecho a sí mismo”, sirvió en la mesa para apoyarse en sus estudios; luchó, no sólo metafóricamente, antes de enfrentarse al mundo del espectáculo, empezando por la radio y el teatro (se pueden escuchar sus ecos en “The Mourning Suits Electra” de O’Neill y “Glass Zoo” de Williams).
Issur Danielovitch Demsky, nacido en Ámsterdam (Nueva York) el 9 de diciembre de 1916 en una familia muy pobre de emigrantes judíos rusos, donde su padre tuvo que alimentar a 7 hijos. Aparte del cine. El peso de sus orígenes (y el redescubrimiento, en la vejez, después de un temible accidente, de su fe en Moisés y en la Torá) le hizo inaugurar, en la segunda mitad de su vida, la obra creativa del escritor, con unas memorias (“El hijo del vendedor de trapos”) y otras novelas (“La danza del diablo”, “El regalo”, “El último tango en Brooklyn”, publicadas por Sperling & Kupfer. En los libros transfiere correctas dudas, reivindicando las medias tintas de algunos de sus personajes no siempre sin mancha y sin miedo. Al contrario. Así como reclama compromisos sociales, ideológicos y ecológicos contra la guerra y el racismo de todo orden y grado.