La residencia donde vivió Maradona sus últimos días estaba ubicada en Buenos Aires, en el exclusivo barrio de San Andrés. Recién había sido dado de alta de la clínica y se disponía a recuperarse. Cerca de él estaba viviendo su hija, Gianinna Maradona, quien lideró en su familia el cuidado y la recuperación de su padre.
Durante muchos años, después de su época de campeón, Maradona tuvo que luchar contra sus adicciones. El ex-futbolista, que también fue director técnico, fue adicto a la cocaína y al alcohol. Al final de su vida, logró superar la adicción a las drogas duras. Sin embargo, hasta el final de sus días, nunca superó su alcoholismo ni su dependencia a los medicamentos.
Las comodidades y los recursos no fueron suficientes para mantener con vida a Diego Armando Maradona. El primero en atenderlo, después de su muerte, fue un médico vecino. Después de eso, llegaron las autoridades médicas correspondientes y pusieron una cinta 50 metros alrededor de la propiedad.
La noticia se dio a conocer hacia las 11 de la mañana y produjo una conmoción mundial. Muchos atletas se despidieron del 10 argentino, incluido Pelé. El legado de Maradona en el fútbol durará para siempre, a pesar de la polémica vida que llevó después de su retiro.
Maradona murió de 60 años, dejando un inmenso legado atrás. Los diferentes caos que atravesó en su vida jamás opacarán su labor deportiva, que llevó a Argentina a ganar el mundial y le valió el nombre de leyenda.
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