¿Pasaportes de vacunación? Pros y contras de la medida.
Los pasaportes de vacunación son el nuevo tema de discusión global. ¿Cuáles son los pros y las contras de implementar esta medida? ¿Cuáles son los argumentos a favor y en contra de hacerlo?
Antes de repasar las razones por las cuales los gobiernos han propuesto esta medida, comenzaremos por revisar el por qué la gente se resiste. Aunque la resistencia a esta medida pareciera ser una postura de negación, hay motivos para considerar si, en efecto, conviene o no.
En primer lugar, es necesario tener en cuenta que los pasaportes de vacunación son, en sí mismos, una restricción a la libertad. Por medio de este sistema, los gobiernos toman el poder de decisión de quién disfruta y quién no las libertades de la vida diaria. Dichos pasaportes serían requeridos en hoteles, gimnasios, restaurantes, etc.
Se asegura, por parte de los gobiernos, que dicha medida será temporal. No obstante, nunca en la historia, cuando un gobierno restringe alguna libertad, la devuelve después de un tiempo. Incluso cuando se anuncian estas medidas como “temporales”, históricamente, cuando un gobierno adquiere alguna forma de poder es extremadamente raro que la deje ir.
Ahora, la pregunta que surge es ¿Vale la pena ceder el derecho de nuestras libertades para aliviar la coyuntura? Sabiendo que es probable que nunca más volvamos a contar con ellas, el argumento en contra de los pasaportes tiene un soporte digno de revisar y contemplar.
No obstante, dichos pasaportes, en efecto, tendrían un impacto positivo para la curva de contagios. Dado que, actualmente, las muertes por COVID-19 se presentan, en su gran mayoría, en la población no vacunada, la medida tendría una función en este aspecto. Los pasaportes de vacunación, en este sentido, también motivarían a la gente a vacunarse (a quienes tienen la posibilidad).
Aún así, hay que tener en cuenta que, para este momento, apenas el 25% de la población mundial cuenta con una vacuna para el COVID-19. De modo que, ¿sería justa la medida? Por ejemplo, en EE. UU., la población menos vacunada es la afroamericana. Por ende, la medida incluiría un efecto, de por sí, excluyente con base a la raza.
Aunque los estragos de la pandemia son un asunto de salud pública, ¿Acaso no deberían tener todos los ciudadanos la capacidad de decidir sobre su cuerpo y lo que ingiere? Así este derecho cueste vidas, esto ocurre bajo la propia responsabilidad del individuo. ¿Valdrá la pena, entonces, que la gente pierda sus libertades en pro de bajar la curva de contagios?
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