Hace exactamente quince años, se desató un tsunami de magnitud 9.1 frente a las costas de Sumatra, dando lugar a un tsunami con olas tan altas como las de los palacios. Fue el tercer terremoto más violento de los últimos sesenta años, después del de Chile en el 60 (magnitud 9,5) y el de Alaska en el 64 (9,2). Al final murieron 230.000 personas, un cuarto de ellas niños. Medio millón de personas resultaron heridas y cinco millones fueron desplazadas. El agua del océano penetró en el interior del país y no hizo ninguna diferencia entre las casas y los habitantes, lo arrastró todo.
La escena ante los ojos de los sobrevivientes y los rescatistas era escalofriante. Los arrecifes de coral de la costa se elevaron sobre la superficie del agua hasta medio metro.
Las olas de la grieta llegaron a las costas de 14 países en tres continentes, incluyendo África. Los países del sudeste asiático fueron todos golpeados: Indonesia, Sri Lanka, India y Tailandia, rindiendo un tributo de sangre a la furia de la naturaleza. Tras el desastre de
las primeras horas, los gobiernos locales tuvieron que hacer frente a una dramática emergencia humanitaria y proporcionar ayuda a un enorme número de personas desplazadas: al menos 1,5 millones en Sri Lanka, más de 100.000 en la India, casi 30.000 en Tailandia y cientos de miles más en Indonesia.
Entre Tailandia y Sri Lanka, Como muchos turistas estaban de vacaciones en Phuket o en la isla Phi Phi. O estaban en las Maldivas o en la costa de Sri Lanka. No hubo escapatoria para ellos y miles de personas más, que murieron quizás tomando el sol en la playa.
Nunca más sorprendido – La comunidad internacional se movió rápidamente, pero tomó días para coordinar las operaciones de ayuda. Ahora, quince años después, los habitantes de las aldeas afectadas por el tsunami se han recuperado e incluso las actividades económicas, basadas en la pesca, han empezado a respirar de nuevo.
Si hubiera habido sistemas para señalar la emergencia del tsunami a tiempo, se habrían salvado muchas vidas. Sin embargo, la experiencia ha llevado al establecimiento del Sistema de Alerta de Tsunamis del Océano Índico, una herramienta fundamental para analizar las posibles consecuencias de los terremotos e informar a los gobiernos de los países afectados sobre las estimaciones y los tiempos de llegada de posibles olas anómalas.
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