La toma del poder de Afganistán, a manos de los talibanes, fue la noticia que más sacudió al mundo durante las últimas semanas. Sin embargo, el gobierno talibán es mucho más estratégico de lo que la gente se imagina. Algunos creen que Estados Unidos retiró su presencia militar en Afganistán por negligencia, pero la realidad es mucho más compleja que eso. ¿Preparados para entender cómo se mueve el ajedrez de la política internacional?
La estrategia detrás de la retirada de EE. UU.
La popularidad del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, cayó por el piso con la retirada de las tropas estadounidenses del territorio afgano. Después de 20 años de guerra, 760 billones de dólares invertidos, y miles de vidas perdidas, la Casa Blanca decidió dejar el camino libre para que los talibanes se hiciesen con el poder.
No obstante, dicha retirada venía siendo planeada desde el gobierno de Barack Obama, con el “Plan Centinela de la Libertad”, y facilitada por el gobierno de Donald Trump, que negoció directamente con los talibanes la salida del ejército estadounidense. Calificar como “negligente”, “ignorante” o “descuidado” al gobierno de la primera potencia mundial sería algo arrogante, ¿No es así?
Por el contrario, existe una estrategia que trasciende ante la decisión de dejar a Afganistán en manos del gobierno talibán. Para entenderla, es necesario recordar el potencial minero que tiene el país. El suelo afgano posee muchos de los minerales más codiciados por la industria tecnológica. Mientras se libre una guerra con un poderoso grupo armado, como el Talibán, la explotación de estos recursos se convierte en algo imposible.
El papel del gobierno de Donald J. Trump
Por eso, durante el gobierno de Donald Trump, el Secretario de Estado, Mike Pompeo, se reunió directamente con los talibanes para negociar con ellos la retirada estadounidense. Así es, la administración Trump sostuvo diálogos con el Talibán antes de retirar sus tropas, no con el gobierno de Afganistán. Básicamente, dejando a un lado los asuntos morales, el gobierno estadounidense le abrió paso a los talibanes para que se hiciesen con el gobierno de su país.
Ahora bien, probablemente el Talibán logró hacerse con el poder mucho antes de lo que el gobierno estadounidense lo habría esperado. Sin embargo, dicha transición ya habría sido orquestada desde antes de que Joe Biden asumiera el poder. La administración de Donald Trump negoció la retirada estadounidense y la liberación de miles de presos talibanes. A cambio, EE. UU. exigió que el gobierno talibán no sirviese como albergue para grupos terroristas que amenacen la seguridad nacional norteamericana y europea.
Siendo así, es necesario pensar en cuál será el rol que jueguen los intereses de China y Rusia en Afganistán. China fue el primer país en ofrecerle, textualmente, “relaciones amistosas” al nuevo régimen talibán. Entonces, ¿Cómo entrarán a competir los intereses de Estados Unidos y China en este territorio de Asia Central? ¿Podrán convivir ambas potencias económicas, cuyos rasgos ideológicos son totalmente opuestos?
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