Después de más de sesenta años, la era de los Castro llega a su fin en Cuba, cuando en el octavo Congreso del Partido Comunista, que se inaugura el viernes, Raúl, de 89 años, entregue las
Si el séptimo Congreso de 2016 fue el de la despedida pública de Fidel Castro, fallecido pocos meses después, el octavo, previsto para el 16-19 de abril, será el del retiro político definitivo de su hermano Raúl, anunciado ya en 2018.
Está previsto que Miguel Díaz–Canel, de 60 años y presidente desde 2018, suceda a Raúl como primer secretario del partido, mientras que la dirección política se renovará con una nueva generación demasiado joven para haber participado en la revolución de 1959.
Las nuevas opciones.
Los nuevos dirigentes tendrán que afrontar retos como la grave crisis económica que afecta a la isla, y hay expectativas sobre las decisiones que podrían salir del congreso en materia de reformas económicas, incluso tras la mayor apertura al sector privado de los últimos años.
Cuba Comienza sin los Castros.
“La era de los Castro termina”. Con este titular, desde hace unos días, los medios de comunicación no cubanos anuncian, casi al unísono, el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba, el “gran evento” (como lo ha definido la prensa cubana) que se inaugurará mañana en La Habana, para clausurarse no por casualidad el próximo 19 de abril, en el 60 aniversario de la victoria de Playa Girón.
Y las razones de esta presentación casi unánime parecen bastante obvias. En el caso de que, efectivamente algo que se da por descontado, cumpla la promesa hecha en la clausura del VII Congreso, Raúl Castro, hermano de Fidel y actual “primer secretario del Comité Central”, se prepara tras haber alcanzado el venerable umbral de los 89 años de edad, para presentar su renuncia a todo cargo. Lo que significa que, por primera vez desde el día de la entrada de los “barbudos” en La Habana (8 de enero de 1959), Cuba se encontrará, al menos nominalmente, “deconstruida”.
Es decir, sin la posibilidad de encontrar a ningún dirigente de apellido Castro instalado en la cima del Estado y del Partido (dos entidades que, en la Cuba castrista, siempre han sido sinónimos).
Mas de 50 años.
Cuba, la era Castro termina después de más de 50 años: Raúl, hermano de Fidel, deja la dirección del Partido Comunista
Cuba, después de más de 50 años termina la era Castro: Raúl, hermano de Fidel, deja la dirección del Partido Comunista y sin embargo, en lugar de haber terminado, “la era Castro” si es que alguna vez hubo realmente una era Castro en realidad ha “vuelto a terminar”. O mejor dicho: está, con este octavo Congreso, “llegando a su fin“, cerrando un proceso que se inició hace ya unas buenas tres décadas y, en muchos sentidos, intrínseco a la naturaleza de una revolución que ha dejado de serlo, a estas alturas, desde hace muchas décadas.
La era de los castros.
La era de los Castro lo que impropiamente se llama la era de los Castro terminó por primera vez, o empezó a terminar, cuando, en agosto de 2006, Carlos Valenciaga, el “jefe de despacho” del “Comandante en jefe” -es decir, el oscuro portavoz de una voz considerada, hasta ese momento, absolutamente no
Le puede interesar: Trump dice a McConnell “Tonto hijo de puta” en Mar-a-Lago ‘
Lo que siguió a ese anuncio ya forma parte de la historia. La ausencia “no breve” se ha convertido, de hecho, en una constante. Fidel nunca se recuperó. Menos de dos años después, en 2008, renunció, sin posibilidad de dar marcha atrás, a los cargos de “presidente del Consejo de Estado y de Ministros” de hecho, la jefatura del Gobierno-, hasta entonces sólo dejados temporalmente, por enfermedad, en manos de su hermano.
Y tres años después, con motivo del VI Congreso, confió definitivamente a Raúl también el verdadero bastón de mando: el cargo, precisamente, de “Primer secretario” de ese Partido Comunista que, en términos inequívocamente totalitarios, la Constitución define como “fuerza ejecutiva superior de la sociedad y del Estado”.
El ultimo periodo.
Del Fidel de sus últimos diez años los que separan su enfermedad de su muerte, en noviembre de 2016 sólo quedan hoy sus “reflexiones“, disertaciones a menudo farragosas (y casi siempre irrelevantes) entre la historia, la política y la ciencia. Y sin embargo, es precisamente a ese principio del fin al que debemos volver para comprender el verdadero significado del proceso de transición que entonces se inició. Y que este VIII Congreso se prepara, en condiciones muy difíciles, con el trasfondo de la pandemia, para continuar.
Ejercito occidental.
El 14 de junio de 2006, unos meses antes del anuncio de la hospitalización de Fidel pero cuando ya se planteaba el problema de su precario estado de salud, fue el propio Raúl quien explicó su naturaleza. Hablando en Las Lajas, con motivo del 43º aniversario de la fundación del Ejército Occidental, Raúl había afirmado solemnemente “Sólo hay un comandante en jefe de la revolución cubana.
Y sólo el Partido Comunista, como institución que aglutina a la vanguardia revolucionaria y como garantía de la unidad de los cubanos en todos los tiempos, puede considerarse digno heredero de la confianza que el pueblo ha depositado en su líder”.
Lea también: En Venezuela, Maduro vacuna primero a los militares y políticos.
¿Nada más que un previsible y cariñoso homenaje al gran y querido líder?. Lo que Raúl anunció fue, más bien, más allá de toda retórica, el verdadero significado de una “continuidad” que aún perdura. Simplemente: Fidel, el comandante en jefe y líder máximo, no podía tener heredero. Y su sucesor sólo podía ser él mismo, su verdadero legado “inmortal”.
Es decir”su” revolución y el partido una especie de Príncipe metafórico que es el verdadero y único garante de esa revolución.
Quien conozca un poco la historia de la revolución cubana sabe cómo Raúl equivocadamente menospreciado como simple “heredero” del soberano ha sido siempre, en realidad, el primer y más práctico artífice de esta continuidad.
Que sucedera?
Sobrevivir al colapso del sistema político y económico internacional en el que había crecido. Sobrevivir al final de su originalmente noble razón de ser. La supervivencia de la negación de la libertad cuyas razones morales siguen resurgiendo porque son, de hecho más fuertes que una revolución que sin embargo, ha sido si se evalúa con los ojos de la historia una fuerza de libertad.
Volveré a tratar el tema en el transcurso del Congreso. Pero es precisamente a partir de aquí, que debemos empezar a entender el verdadero sentido de las crónicas también, de supervivencia del “gran acontecimiento” que se abre mañana.
El fin de la era Castro ha llegado. Lo que seguirá es un enigma que, presumiblemente, el VIII Congreso sólo repropondrá.
Siga leyendo: En Venezuela, Maduro vacuna primero a los militares y políticos.