Li Wenliang, de 34 años, había tratado en diciembre de advertir a sus colegas para compartir el posible peligro, pero no fue escuchado. Se convirtió en un héroe en la web con la imagen de él con la máscara, enfermo en el hospital
06 de febrero de 2020
WUHAN (CHINA). Después de un día de confirmaciones y negaciones, por la tarde el hospital de Wuhan, la ciudad epicentro de la infección del coronavirus chino, confirmó oficialmente la muerte de Li Wenliang, el médico de 34 años que primero dio la alarma y no fue escuchado por sus colegas. Su imaginación, usando una máscara porque él mismo había contraído el coronavirus, se había convertido en un icono de la web y había logrado superar la censura china.
Wenliang había notado siete casos hace un mes que mostraban síntomas similares a Sars, el síndrome que mató a 349 personas en 2003. Era oftalmóloga en el hospital de Wuhan. Él mismo había contraído el virus. Había tratado en vano de advertir a sus colegas, pero las autoridades locales le instaron a no insistir. Es posible que si le hubieran escuchado, el mundo no se enfrentaría hoy a una emergencia sanitaria mundial y no habría 50 millones de personas varadas.
Wenliang, tras la respuesta de las autoridades chinas, repitió su historia en un puesto confiado a la red desde una cama de hospital. Esa imagen de él con la máscara y la tarjeta de identificación mostrada a la cámara para validar sus declaraciones pronto recorrió la web. La BBC contó su historia reconstruyéndola desde el pasado 30 de diciembre, cuando envió el mensaje en un chat entre colegas, advirtiéndoles del peligro e invitándoles a tomar las precauciones necesarias. La suya era sólo una corazonada. Wenliang no sabía que se enfrentaba a un nuevo coronavirus de la misma cepa que Sars. Cuatro días más tarde fue convocado a la Oficina de Seguridad Pública donde se le pidió que firmara una carta admitiendo que había “cometido perjurio” y “creado una grave alteración del orden social”.
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Wenliang no fue el único. Otras siete personas fueron puestas bajo investigación por “difundir información falsa“.
A finales de enero, Wenliang publicó en Weibo, el twitter chino, la carta que firmó, diciendo que fue obligado a firmarla. Todo esto sucedió cuando el contagio se hizo oficial, las autoridades chinas se disculparon y los funcionarios locales, calificados de incompetentes e infieles, fueron amenazados con sanciones por el Partido y el Presidente Xi Jinping. Wenliang había regresado a la sala, pero para entonces él también había contraído el virus. Murió en el mismo hospital donde trabajaba, durante horas sus colegas trataron de salvarle la vida. Hoy en día es recordado por los chinos como un héroe.
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